jueves, 2 de agosto de 2012

Primera parte.

No recordaba como había empezado su viaje o el motivo del mismo, cuando abrió los ojos estaba con el Doctor en una pequeña balsa hecha de troncos flotando por un calmo río.

Al absorber con su mirada todo el entorno trató de incorporarse, sólo para darse cuenta que tenía varios vendajes en las piernas.

El médico le dijo relajado, que sólo eran para evitar una infección, las sanguijuelas se habían estado alimentando de la parte en la cual sus pantalones no cubrían la piel de sus piernas.

La luz reflejada en la superficie del agua se sentía como un millón de agujas al rojo vivo en su cabeza.

Cuanto tiempo había estado flotando en la improvisada embarcación y cuál había sido su última comida, eran los cuestionamientos que pasaban por su mente.

El Doctor, un hombre robusto, con anteojos y un bigote negro estilo morsa, le preguntó si se sentía mejor,a lo que el hombre respondió moviendo su cabeza y hombros en señal de desconcierto.

Cuando trató de hablar se sorprendió al saber que no recordaba como hacerlo, ni siquiera recordaba como mover los labios.

Intentó gritar; pero todos los esfuerzos parecían inútiles, el no saber si alguna vez había hablado o si era un fenómeno nuevo perdió toda importancia cuando el bigotón galeno tomó un remo y comenzó a sumergirlo con alarmada rapidez en el lecho del río...

Frente a ellos las turbulentas aguas blancas características de los rápidos parecían extenderse más allá de lo largo que es el tiempo...

( a la Segunda parte aquí )


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