De nuevo es
así como la tristeza invade mi alma.
El cúmulo de pensamientos que colman y atiborran mi mente.
La sensación
y el deseo de subir a la parte más alta de aquel árbol que veo en mi ventana y arrojarme
de cabeza al vacío
Ver como
destino final la tierra, solo para justo antes levantar el vuelo y mutar en
otra cosa.
Estúpida noción
sobre la libertad de las aves, todos somos esclavos de un deseo u otro, de una
necesidad y todas.
El ruido a
veces es mucho y a veces es suficiente; pero aun así el silencio es peor.
Y mientras
pongo mi mano en la primera rama, aquella en las que serán las últimas reniego
una vez más de lo que decido y en la decidía desisto de ti y de mí.
Tal vez
todo debe ser así, tal vez no debo desear nada y morir, así nada más, como esa
hoja que cae…